El inicio del G-15

Brillaba el sol en la ciudad de Shellstonw, había pasado ya un tiempo desde que entre como recluta en esta misma isla, a pesar de mi desdén en la realización de tareas y mi comportamiento pasivo fui ascendido al rango de Sargento y con ello empecé a liderar la nueva división de la Marina, el G-15 , apenas contaba con pocos de los nuevos reclutas y el deber que supondría tener que formar a estos nuevos marines era cuanto menos tedioso.

Caminaba por los pasillos de la base mientras ojeaba la lista donde estaban los expedientes de los nuevos reclutas, con la mano derecha en el bolsillo me dirigía al patio donde los conocería y me presentaría como su oficial al mando. Apenas llegue pude ver a los reclutas.

-¡Hey!.- dije con levantado la mano izquierda y con una forzada sonrisa. -Soy el Sargento Nara y de ahora en adelante vuestro oficial al mando. Sois los nuevos recluta de la División del G-15, soy un tedioso y odió tener que liderar a nadie así que espero que me lo pongáis fácil.- suspire. Después levante la lista con los expedientes y empecé a pasar lista mientras ojeaba sus notas. Uno a uno fui pasando hasta llegar un tal Lucian, un chico con el pelo blanco y cicatrices, según su expediente estaba especializado en la navegación y había sido asignado a esta división para ese mismo propósito. Termine con los marines que me quedaban y una vez termine volví a ponerme en un lugar visible para todos ellos.

-Bien chicos, saldremos mañana hacía el Grand Line donde nos espera nuestra nueva base, así que descansad, haced las maletas y no tardéis en llegar o os quedaréis en tierra.-

Al fin íbamos a ser asignados a la nueva división que habían formado en la marina, el G-15. Me habían solicitado mediante una carta los superiores, para que acudiese a una especie de reunión donde no íbamos a encontrar todos los miembros de la división del G-15 y allí el sargento encargado  de dicha división nos presentaría y daría las primeras instrucciones. Estaba muy animado con este nuevo proyecto ya que deseaba partir al Grand Line, lugar donde los piratas campan a sus anchas cometiendo cientos de atrocidades contra la humanidad. Caminaba distraído, mirando al suelo con las manos en los bolsillos de mi pantalón azul marino. Llevaba mi camiseta blanca con el símbolo de la Marine en azul. En mi cintura, atada a una faja de tela azul marina, llevaba mi katana.

Llegué de los primeros a la sala donde debíamos reunirnos y allí tomé asiento y esperé a que llegase el sargento. Lo esperaba mayor, con alguna herida de guerra tal vez, pero cuando entró por la puerta y se presentó me llevé una sorpresa. Era un chico muy joven, tendría mi edad más o menos.-Vaya...y yo aún soy un recluta...- Pensé mientras cruzaba los brazos y me ponía cómodo para escuchar lo que nos tenía que decir. Cuando hubo acabado de hablar pasó lista de todos los que estábamos y luego nos advirtió que al día siguiente íbamos  a partir hacia el Grand Line así que nadie debía dormirse. Cuando acabó, me levanté con cuidado de la silla y me acerqué al sargento con respeto. -Sargento, será un placer trabajar en esta unidad.- Le dije mostrando mis respetos.

Justo cuando iba a irme alguien me paro, era uno de los reclutas. Dijo que sería un honor trabajar en la nueva unidad. -Encantado, esto ... Lucian ¿verdad?.- dije con una pequeña sonrisa -Serás nuestro navegante, nuestras vidas están en tus manos así que descansa bien para mañana.- continué aun sin dejar de sonreír. -Siento tener que aplazar esta conversación, tengo que ir a rellenar unos formularios y a ultimar los preparativos.- dije ya con un suspiro y sin sonrisa, que pereza tener que hacer todo eso. Levantando la mano me despedí.

Me dirigí a mi habitación donde eche algo de ropa y los objetos médicos que necesitaríamos en el barco, si no fuese suficiente con tener que dirigir a mas marines, encima tenía que ocuparme de su salud. Cuando termine todo, me tumbe en mi cama y cerré los ojos, esperando que cuando los volviese a abrir sería un nuevo día.

El sargento también me dijo algunas palabras y después de eso se despidió. Sus palabras quedaron resonando en mi cabeza, yo cargaba con la responsabilidad de mantener sus vidas, pues era el navegante, quien había estudiado mucho y se había formado para conocer todos los problemas meteorológicos, las corrientes etc. Aunque en el Grand Line, según había oído las aguas cambiaban continuamente al igual que el clima. -Será un reto duro pero tengo que hacerlo lo mejor que pueda, al fin y al cabo debo llegar muy lejos para encontrar la verdadera justicia.- Me marché yo también a mi camarote, en una pequeña litera dejé mi bolsa, donde metí una gran variedad de camisas de la marina, unos cuantos pantalones y tres pares de zapatillas. Además porsiacaso se ponía un día a helar o a nevar, metí también una cazadora blanca con pelo de lobo en la capucha.

Cogí mi última adquisición, un loge pose con el que debía de guiarme por el mar, estaba encajado en una bonita correa de cuero marrón que le daba un aspecto como de madera. -Ya lo tengo todo...solo espero que mañana no me puedan los nervios.- Dicho esto me tumbé encima de la litera para descansar.

Unos golpes en la puerta de mi habitación me despertaron, con calma me senté en la cama y estire los brazos acompañando el gesto con un bostezo. Me levante y abrí un trecho de puerta.

-¡Señor que hace aun durmiendo! ¡Su división lleva esperándole desde las siete de la mañana!.- gritaba.

-¿Uh? A si es verdad, lo siento me dormí.- dije con una leve sonrisa aun medio dormido.

-¡Pues venga señor recoja sus cosas y vaya con su división!- seguía gritando.

-Si, si, si ... ya voy.- le dije, asintió y se fue con paso firme. Volví a suspirar, recogí mis cosas y me encamine al patio donde debían estar los nuevos reclutas. Llegue y algunos de ellos se veían molestos.

-Sargento, ha tardado mucho, llevamos esperándole más de una hora.- dijo uno de ellos.

-Si bueno ... esto ... eh ... Se me cruzo un gato negro y tuve que tomar el camino largo.- dije con la mano derecha en la sien y mirando a otro lado.

-¡¡¡Eso es mentira!!!- exclamó.

-Bueno va, chicos tranquilos, ¿Todo listo? Pues venga vayamos al puerto.- les dije levantando la mano intentando que se olvidarán de mi pequeño retraso.

Bajemos por la calle principal de Shellstown, y los ciudadanos iban dejándonos pasar. Poco después lleguemos al puerto. En el un pequeño barco de la marina nos esperaba. No era el más grande, ni el más rápido, ni el más fuerte, pero bastaría para llevarnos a todo a nuestra nueva base.

A las 6:30 de la mañana me desperté, bostecé y me levanté de la cama tranquilo, me había puesto la alarma lo suficientemente pronto como para poder tomar una ducha tranquila. Me desnudé y me metí a la ducha. Me relajé con la cabeza debajo del agua tan caliente y me quedé un buen rato ahí. Después de ducharme me vestí con una camiseta blanca sin mangas y unos pantalones cortos de color azul marino. Me eché la espada a la cintura y salí del camarote con la bolsa sobre el hombro.

Aún no eran ni las 7:00 de la mañana así que me pasé por el comedor del cuartel para tomar un poco de leche caliente y unas galletas, el viaje iba a ser largo hasta llegar a la base. Cuando acabé de comer el almuerzo, me fui hacia el lugar donde habíamos quedado. Cuando llegué tan solo había allí tres personas, aún faltaban muchos por venir, entre ellos el sargento. Tiré la bolsa al suelo y me senté sobre ella. -Vaya...tenía que haberme traído un libro o algo- Para no estar incómodo me quité la espada de la cintura y la coloqué sobre mi hombro. Poco a poco fueron llegando los demás, pero el sargento no había aparecido aún.

Una hora después llegó el sargento y se disculpó con una excusa que claramente era mentira. -Ts- Sonreí por la actitud que tenía el sargento y me puse en pie echándome la bolsa al hombro. Seguí al sargento y a los demás al barco, un buque de la marina no demasiado grande. Me acerqué al sargento y de nuevo, con respeto le hablé. -Sargento, el viento esta de nuestra parte, y el mar esta calmado, creo que sería un buen momento para partir.- Me quedé aguardando la orden del sargento.

Lucían me había dicho que el viento estaba de nuestro favor, que sería ideal partir ahora. Como el era el navegante asentí.

Subimos al barco y espere unos minutos para que los pocos marines dejasen sus cosas en la habitación, era una habitación no muy grande, con literas y hamacas, yo en cambió tenía una pequeña habitación para mi solo. "Ser sargento tiene sus ventajas al fin y al cabo" sonreí.

Después nos reunimos todos en la cubierta. -¡Lucian! Has lo que sabes hacer, vamonos de aquí.- dije con el puño levantado.

Cuando todos estuvieron a bordo el sargento nos dejó un tiempo para dejar las cosas en los camarotes. Me asomé al mío, pequeño, con literas, poco acogedor, pero al menos no iba a ser muy larga la estancia. Dejé la bolsa y saqué algo de ropa que repartí en un pequeño armario. Luego salí a cubierta donde todos parecían estar esperándome. -Vaya...si que genero expectación- Me subí a la zona donde se encontraba el timón y me quedé acariciando la madera con la que estaba hecho. De pronto el sargento me dijo que hiciese lo que sabía hacer, sonreí y comencé a mover el timón y a ordenar que desplegasen las velas.

-Comenzamos el viaje...- Dije en bajo mientras miraba al frente, el viento soplaba a nuestro favor así que en pocos minutos estuvimos ya navegando y saliendo del embarcadero de la marina. Algunos compañeros se quedaron en e puerto despidiéndonos, advirtiéndonos de los peligros del Grand Line.