Comienzo de la aventura

Me desperté en mi cama, sudando por el calor que hacía y por la mala noche que había tenido. Soñaba con mis padres, aquellos capullos que me habían maltratado de pequeño, una y otra vez, todo eso fue una pesadilla que nunca olvidaré.
Me asee, me vestí y me preparé para bajar a la cocina para tomar algo como desayuno. Comí una taza de leche y me fumé el cigarrillo matutino en la terraza. Corría ligeramente el aire mientras observaba el mar y pensaba en lo que habría más allá y en las aventuras que podría recorrer. Me recosté en una litera y miré las nubes, vi una con forma de barco, todo esto parecía un mensaje para que me marchara pero antes debía seguir recolectando información sobre el gobierno porque esta isla pertenecía al Gobierno Mundial.
Hasta ahora lo único que había conseguido saber era el lugar de la venta ilegal de esclavos y los chanchullos que se traían con los piratas que residían en la isla, todo aquello me parecía un estafa, no comprendo como pueden llamar a esto "justicia".
Tiré las últimas cenizas de mi cigarro al cenicero y me dispuse a salir a ver si encontraba algo nuevo durante este nuevo día.

Me abroche la camisa y cerré la puerta con llave. Caminé hasta llegar al centro del Reino y me dispuse a investigar lo que pudiera, quería comprobar las compras de los nobles y poco a poco me iba acercando hasta el puesto de venta de esclavos.
En el mercado todo parecía ir bien, sin ningún altercado hasta que llegué a la venta de esclavos. Me senté y comencé a mirar las pujas.
Poco a poco los nobles iban comprando esclavos y les maltrataban, cada vez estaba más furioso porque me recordaba a mi infancia.
Recorrí la sala en un vistazo para comprobar si había algún miembro de la marina, a lo que vi solo dos soldados que aguardaban en la puerta de entrada. En la sala eramos 3 nobles y yo. En ese momento me daban ganas de abalanzarme sobre los nobles pero aún no era el momento, todavía era débil para enfrentarme a la marina de este lugar.
Me dispuse a salir del mercado pero uno de los soldados me paró y me preguntó:
- Perdona, si no has pujado en nada, ¿para qué has venido? ¿Acaso eres un espía? Nos han alertado de la presencia de revolucionarios en la ciudad.
- Perdone no se de que me habla y respecto a lo de las compras, sólo había venido a ver que productos me ofrecíais hoy.
Me moví un par de pasos hacia delante pero el soldado me cogió del hombro y me frenó.
- ¿Acaso está intentando huir? Todavía no hemos acabado la tertulia. No tiene pinta de noble y le hemos cazado un par de veces más por esta zona sin ningún tipo de interés en comprar nada. ¿Podríamos hacerle un par de preguntas más en el cuartel? Si es tan amable de acompañarnos.
Cada vez estaba más furioso, me clavaba las uñas en la mano de la fuerza que ejercía y me empezaban a sangrar.
Llegamos a un callejón, los dos soldados iban hablando tranquilamente y yo iba detrás de ellos. Cuando nos adentramos más en el callejón, saqué la barra que siempre llevo encima y les dí un golpe en la cabeza, a lo que los dos cayeron inconscientes al suelo. Decidí esconderles en un contenedor, así tendría más tiempo para liberar a los esclavos y huir cuanto antes de la isla.