Soul Pirates primeros pasos

off:
Se supone que aún no nos conocemos así que en esta isla se encontrarán nuestros personajes. Suerte

On:
Había vagado demasiado tiempo, la imposibilidad de nadar no me gustaba nada, pues hasta ahora siempre que había sufrido de calor, me había remojado en el mar mientras vagaba por sus turbias aguas en mi bote, pero ahora, si saltaba al mar, moriría ahogado. –Mierda de fruta del diablo, ¿por qué tendré que habérmela comido yo? Ahora no puedo disfrutar de un baño con este calor abrasador…quiero morirme.- Alcé lentamente la mano para alcanzar mi bota, hecha de cuero curtido donde tenía un dulcísimo vino, pero cuando la volqué sobre mi boca para saciar mi sed, tan solo una gota cayó en ella. –Perfecto…me he quedado sin bebida también, a este paso tardaré unos tres días en morir, tal vez menos si tengo algo de suerte.- De pronto, se me hinchó la vena, y revolviéndome con violencia dentro del pequeño bote me puse en pie con cara de ansioso, los ojos abiertos como platos, enrojecidos y la boca abierta de par en par mostrando los afilados dientes como sierras. -¿Qué cojones estas diciendo? No vas a morir aquí shuajajaja.- Saqué la lengua y me relamí los labios. Comencé a hondear la vela manualmente tratando de que la pequeña embarcación, que era un bote con remos y un mástil pequeño sobre el que se izaba la negra bandera con mi jolly roger personal, se moviese a más velocidad arrastrada por el viento. Al poco tiempo divisé una pequeña isla, un gran acantilado se alzaba impetuoso y sobre él iban a romper todas las olas. –Esa isla será perfecta para encontrar nakamas y si no quieren unirse a mí, los matare a todos.- De nuevo saqué la lengua y empecé a sonreír yo solo mientras poco a poco me acercaba a la isla. A los pocos minutos me vi con los pies en tierra firme, pisando de nuevo la arena de la playa, con fuerza agarré la parte superior del bote y la arrastré hacia la arena para que las olas no se las llevasen. –Bien, vamos a comenzar.-

Me dirigía a Syrup, viajaba en el barco de un mercader que se dirigía casualmente a Syrup y por un módico precio y mi ayuda me dejo viajar con el. Cuando lleguemos me dijo que amarrase el navío.  Conocía el mecanismo de anclaje bastante bien. No me tomo más de diez minutos estacionar el navío frente al muelle de aquella humilde población. Saltando al muelle, aun con el barco en movimiento, amarre las cuerdas a los postes y afirmaba la embarcación, esperando que algún "docker" viniera a ayudarles en el arrivo, lamentablemente nadie llego y todo tuvo que hacerse manualmente.

-Gracias por dejarme viajar con usted señor, me despido aquí.- acompañe la despedida con un gesto de mano.

Anduve un rato pensando en que hacer, la verdad es que no sabía que podía hacer ni que me depararía el futuro.

Comencé a caminar por una anchísima cuesta empinada, que parecía ascender hacia algún lugar más transitado que aquella playa. Me extrañaba no ver a nadie por esas zona, sobre todo si se trataba de una isla donde había niños y jóvenes, pues me había imaginado que habría alguien jugando por las costas y los acantilados, pero la verdad era que la soledad del lugar no me disgustaba. Prefería esa tranquilidad a tener que estar escuchando el grito de niños corriendo y jugueteando. Cuando alcancé el final de la cuesta, me encontré con un camino de tierra bien marcado que parecía conducir a un pueblo, dado que a lo lejos se podía apreciar varias casas. –Bien, empezaré por ahí, seguro que alguien en este pueblo vale la pena para ser mi nakama.Aquí empezará todo, Soul Pirates, el mundo se estremecerá shuajajaja- Continué andando hasta la villa, hasta llegar a una plazoleta con una fuente muy bella. Todo el mundo estaba paseando por allí y sin vacilar un instante, convertí mi mano en líquido morado y creé un enorme chorro a presión que disparé contra la estatua de la que emanaba agua bellísima, destrozándola por completo y haciendo que los presentes se atemorizasen. –Estas locoo ¿por qué lo has hecho?- -Solo quiero llamar la atención shuajajaj-

Anduve durante varios minutos adentrándome más y más en la ciudad. Mientras buscaba un lugar donde descansar tras el largo viaje pase junto a un callejón y no pude evitar fijarme que en el se hallaban dos chavales golpeando a otro que se hallaba en el suelo.

Me acerque y desenvaine mi sable .

-Vosotros, idiotas.- dije entre las sombras, ellos me miraron. -Soltad a ese chico o os despedazo uno a uno.

-¿Qué dices? Vete de aquí y llevate ese cuchillito a otro lado si no quieres acabar igual.- dijo uno de ellos, y se giraron para seguir golpeando al muchacho.

Me acerque silenciosamente y con el sable le corte la cabeza a uno de ellos, la sangre empezó a brotar de todos lados, manchando las paredes, a mi y a su amigo.

-No lo voy a repetir, si no quieres correr la misma suerte vete.- le dije al otro que salio corriendo y chillando.

Me di la vuelta y deje al chico que se recuperase de la paliza. Volví a salir a la calle y salí lo más rápido posible de ese lugar para que no me relacionasen con el asesinato, limpié el sable con mi toga.

Cuando vieron lo que había hecho todos los ciudadanos empezaron a correr como pollos sin cabeza, de manera alborotada y desordenada. Es un pirata, gritaban unos, llamad a la marina, decían otros con los brazos en alto. Me fijé especialmente en un grupo de tres hombres, bien provistos de armas que estaban corriendo en el sentido opuesto al de todos los demás, es decir frente a mí. Convertí todo mi cuerpo en líquido morado y como un chorro a presión salí disparado contra ellos, golpeándoles en el pecho haciéndoles caer de espaldas al suelo. Estando en forma líquida encima de los tres, materialicé mi cuerpo de cintura para arriba justo encima de sus tripas. Al ver lo que había hecho pude observar el temor en los ojos de aquellos tres hombros, y escuche el asombro de los presentes, que pararon de correr para ver lo que sucedía. Convertí ambas manos de nuevo en líquido y formé una gran pompa acuosa donde metí las tres cabezas de los hombres armados, que sin poder oponer resistencia alguna, murieron ahogados. Al verlo, de nuevo echaron a correr los allí presentes, todos en una única dirección, tal vez fuese el lugar donde se encontraba la marina e iban a alertarlos, no lo sabía. Pero mientras corrían hacia esa dirección alcé en alto los brazos que chorreaban aún pues mis manos aún estaban convertidas en líquido y les grité. -¿Nadie quiere ser mi nakama? Shuajajaja-

Mientras caminaba por las tranquilas calle de la villa pude observar que un grupo de gente corría despavorida hacía mi, sin prestarles atención seguí mi camino. -¡Eh chico! No sigas por hay o morirás hay un monstruo.- dijo uno sin dejar de correr, haciendo caso omiso a su advertencia continue caminando.

Tras poco rato de camino vi a un extraño chaval con el pelo blanco y dientes afilados riendose y andando como si nada, era diferente a los otros aldeanos, el no corría ¿Por qué?

Poco a poco me aproximaba a el, no sabía que iba a pasar, en el peor de los casos le cortaría la cabeza igual que hice con el otro.

Todo el mundo salió despavorido al ver la muerte de esos tres hombres, que por mala suerte o por que el destino lo quiso se habían cruzado en mi camino, armados. Pero de pronto alguien se acercó, caminando despacio, sin temor en su rostro parecía estar ajeno a lo que ocurría. Dejé de reír por un rato y me crucé de brazos mirando al chico de cabellos oscuros que acababa de aparecer. Lo miré con cara incrédulo sin saber muy bien que hacer. -Oye tú, chico...- Le dije con un gesto en la cara como de impresión. -Dime, ¿no tienes miedo?- Me quedé aguardando una respuesta de aquel chico, mientras empezaba a sonreír lentamente y mi lengua se movía sin parar entre los dos labios, relamiendome. Comencé a moverme despacio, hacia el muchacho con los brazos cruzados delante del pecho.

Mientras me acercaba aquel tipejo me pregunto si no tenía miedo, ¿Miedo de que? me pregunte, de pronto vi 3 cuerpos junto a el, aun así no había sido tan macabro como el cadáver sin cabeza que había dejado en aquel mugriento callejón.

-¿Por qué iba a tener miedo? ¿Debería?.- le pregunto al chico que se acercaba a mi, yo me pare en seco poniendo disimuladamente mi mano derecha en la empuñadura de mi sable.

El muchacho del cabello oscuro, parecía ser alguien que dominase el arte de la espada, pues tenía una bonita katana en su cintura. Sonreí al ver que ese chico mostraba coraje y valentía al responder, tal vez era yo quien tenía que temerlo, pero por ahora quería probar un poco más de que pasta estaba hecho aquel muchacho. -¿Deberías? no lo sé puesto que no me conoces...- De pronto uno de los trastornos que sufría me vino a la cabeza provocando un agudo dolor en la sien izquierda. Allí puse mi mano mientras agachaba la cabeza por el dolor. Los ojos se me salían de las órbitas y la risa se volvió más amplia si cabe. -¿Que no me conoces? es que no has oído hablar sobre la banda Soul Pirates y su temible capitán? shualalal, pues yo soy su capitán y voy a conquistar estos anchurosos mares.- Comencé a reír escandalosamente echando la cabeza hacia atrás y de pronto, como si fuese otra persona distinta, le comencé a hablar completamente serio. -Y tú ¿Quién eres?- Miré fijamente al chico esperando una respuesta por su parte.

Aquel extravagante y pintoresco tipo había mencionado a los Soul Pirates, no los conocía por lo que no serían tan temibles y al parecer el era su capitán. Me pregunto quien era yo a lo que respondí -Soy Zeref . . . - dije con desconfianza sin apartar la mano de la empuñadura de mi sable. Era un tipo extraño y sabía que no podía descuidarme y menos después de ver que el solo había matado a 3 personas armadas aunque lo más raro es que no había cortes de espada ni agujeros de balas en su cuerpos, ni siquiera sangre. -¿Qué has echos con esos hombres?.- le pregunte.

Zeref, ese era el nombre del chico que no tenía el miedo en sus ojos. Respondió claro y tajante, mostrando una vez más su determinación. Después apartó un momento la vista de mí para dirigirla hacia los cadáveres de esos pobres desdichados. Me preguntó que es lo que había pasado con ellos. Entonces, volviendo de nuevo a sonreír le miré y rápidamente me coloqué a su par, pasando una mano por detrás de su cabeza y cogiéndole por el hombro, como si nos conociésemos de toda la vida y fuésemos colegas. -Veras...Zeref, tengo una habilidad...y digamos que gracias a esa habilidad, ellos han muerto shualalala- Empecé a reír de manera escandalosa de nuevo y para mostrarle de lo que hablaba, puesto que ya me había decidido a que aquel chico, por su valor y determinación sería un nakama perfecto, convertí mi cuerpo en líquido, que se sostuvo de pies unos segundos, tomando mi forma pero líquida, para luego desplomarse al no ser sólida y caer al suelo formando un charco de líquido morado. Del charco materialicé la cabeza tan solo y la saqué por él mostrando una amplia sonrisa. -Dime Zeref ¿te unirás a mí para conquistar estos mares?- La anchísima sonrisa dejaba ver los afilados dientes, mientras mis ojos se clavaban sobre los de zeref esperando, ansiosos, una respuesta.

Era un tipo extraño y muy extravagante, cuando me hablo de su poder no lo entendí pero de repente se transformo en agua u algún líquido, me eche atrás y desenvaine la espada. Después para mi sorpresa me ofreció unirme a su tripulación. Me había sorprendido y la respuesta obvia era un "no" pero si lo pensaba no tenía nada que hacer, vagar de isla en isla sin rumbo fijo, quizá así me marcase algún objetivo. -Unirme a ti ¿eh? mmm ... Puede ser interesante, pero dime como os llamáis y porque os convertís en agua.- exigí saber para aceptar su solicitud, debía saber con quien viajaba.

El muchacho al ver lo que hacía se aparto y desenvainó su arma, como bien había pensado, tenía pinta de ser muy hábil en su uso. Me dijo que quería saber como me llamaba y porqué me convertía en agua. Materialicé mi cuerpo entero y tomé asiento en el suelo, dejándome caer vagamente hacia atrás. -Mi nombre es Erix y soy el capitán de los Soul Pirates shualala- Mientras reía saqué de mi bolsillo trasero un pañuelo enroscado, lo desenrosqué y se lo mostré. Allí estaba la jolly roger que había confeccionado yo mismo. -Esta es mi bandera, bueno esta no la bandera es más grande.- De pronto convertí mi brazo en líquido morado y lo extendí, con lo que empezó a gotear. -Este es el poder que me ha otorgado mi akuma no mi, no es exactamente agua, pero es un líquido extraño de color morado. por tu propio bien no trataría de beberme, no tiene muy buena pinta.- Después de contestarle me quedé mirándolo, esperando una respuesta certera para proponerle algo.

Ese tal Erix me enseño su Jolly Roger y me contó a grande rasgos su habilidad que al parecer una una de esas Nueces de Belcebú; que otorgaban habilidades sobrehumanas. Al parecer no era agua y acabo gastando una especie de broma sobre que no le bebiese.

-No te conozco y no se si puedo fiarme de ti, pero por el momento me uniré a tu tripulación.- le dije apuntandole con mi sable, poco despues lo envaine.

El chico envainó de nuevo su arma y dijo que a pesar de que no podía confiar en mí, iba a unirse a mi tripulación. Al ver la positiva respuesta sonreí y agarré por detrás del cuello con el brazo a mi primer nakama, mi primer oficial. -Ahora vamos a ir a que la gente sepa quienes somos shualalal ya sabes a que me refiero. Creo que por esa dirección- Dije mientras alzaba la otra mano en dirección hacia donde habían corrido todas las personas. -Creo que hay una especie de base de la marina o algo por el estilo porque todos han ido corriendo hacia allí.- Comencé a caminar despacio, ya separado de Zeref, caminaba dando grandes pasos con los pies bien abiertos. Tenía intención de provocar una masacre y así llamar la atención del gobierno y tras ganar algo de fama, poder partir hacia el Grand Line, donde mi plan había de cumplirse. -Vamos Zeref, quiero ver lo diestro que eres usando esa arma tuya shualala a ver quien mata a más marines...o mejor, quien mata a más civiles.- Comencé a reír mientras apretaba el paso para llegar cuanto antes a la lucha.

Por el momento el que sera mi nuevo capitán tenía el ego muy subido, creía que el y yo solos podíamos acabar con una base entera de la marina, por muy fuerte que seamos, por muy fuerte que sea el poder que le ha otrogado una Fruta del Diablo es un disparate.

Le seguí, no aprobaba del todo lo de asesinar gente pero no era algo que me importase, si mueren es porque el destino así lo ha decidido.

-Esto ... Erix, aunque puedo manejar bien la espada no soy un especialista en eso como otros, en lo que realmente destaco es en la navegación.- comente para dejarle bien claro que no era mi ofició primordial y que no sería tan deistro como el pudiese llegar a pensar.

Estuvimos caminando un rato, a lo lejos se divisaba una pequeña base de la marina ... Ha llegado la hora ... ¡Que comience la acción!

Mientras caminábamos hacia el lugar al que se habían dirigido todas las personas, Zeref quiso aclarar una cosa antes de continuar. Me dijo que él era un experto navegante, pero que no lo era tanto en el uso de la espada puesto que no era su principal ocupación. Al escucharlo puse cara de duda, pensando en lo que decía. -Shualalala mucho mejor, sin un navegante no puedo ir hacia el Grand Line, de todos modos, aunque no seas un experto espadachín podrás luchar con ella, por algo la llevarás encima.- Sonreí y miré al chico un momento. Después de un rato, pudimos llegar hasta una especie de casa, más grande de lo normal que era donde había corrido todo el mundo. -Vaya...esto es una decepción, me esperaba que aquí hubiese habido algún cuartel de la marina o alguna oficina de policías. Pero esto es más bien la casa de alguien rico.- Me paré frente a la gran verja de hierro negro de varios metros de altura. Adentro de la casa se notaba movimiento, y desde las grandísimas ventanas se podía ver como muchísimas cabezas se asomaban para mirar por los cristales. Usando mi poder pasé a través de los barrotes convertido en líquido y una vez dentro abrí la verja para que entrase Zeref. -Bueno, no es lo que imaginaba pero al menos podremos sacar un buen botín de esta casa, parece que son gente rica.- Mientras hablaba, un hombre alto, con buena porte que vestía un traje negro salió de la casa con gesto serio. -Nadie os ha dado permiso para entrar- Me quedé mirando a aquel tipo incrédulo.

Sus habilidades ya empezaban a ser útiles, al menos a grandes rasgos, gracias a su extraño poder se pudo colar en la verja y me abrió.

Un tipo salio dijo que no podíamos estar hay, desenvaine la espada sabiendo que es lo que tocaba aunque no sabía si Erix ser ocuparía de el o por el contrario tendría que hacerlo yo.

Iba a decirle que no montase mucho escandalo pero ya le conocía lo suficiente como para saber que eso era lo que más le gustaba, montar escandalo y que todos supiesen de ello así que opte por mantener la boca cerrada esperando a ver que sucedía.

Zeref pudo pasar a dentro y en cuanto vio que aquel tipo de aspecto extraño, parecido al de un mayordomo o alguien con mucha clase, desenvainó su espada dispuesto a luchar. Aquel hombre no se atemorizó y tampoco hizo nada extraño salvo colocarse las gafas que se le habían caído un poco hacia alante. -Shualalala ese tío parece que tiene agallas,pero nosotros tenemos más. Zeref, ¿puedes encargarte de ese tío? está empezando a molestarme su existencia.- Mientras empezaba a reír aquel tipo del traje negro dio un paso al frente y volvió a hablarnos. -Os he dicho que no podéis pasar de aquí.- Sin saber de donde, sacó una pistola y me disparó, pero su intento fue en vano porque la bala atravesó mi cuerpo líquido y se quedó incrustada contra un árbol. Al ver lo que había pasado supo que era un usuario de akuma no mi, pero no le di más importancia. -Yo iré adentro a buscar algo de valor y a jugar con nuestros amigos shualalala.- Sin prestar atención al tipo del traje, que se había quedado inmóvil en la puerta, convertí mi brazo derecho en líquido morado y lancé un potente chorro de agua a presión contra una de las paredes que quedó destrozada con un boquete. A través de ese agujero me colé y quedé dentro de la maravillosa casa. Al verme adentro todos los que habían corrido para refugiarse allí comenzaron a alborotarse y a encerrarse en distintas habitaciones. -Shualalala que juego más divertido, veamos quien tiene las cosas de más valor...-

Erix se adentro en la casa rompiendo una pared, tenía al lado la puerta pero supongo que le gusta montar ese tipo de destrozos.

Me quede mirando al giganton, me senté en el suelo y solté la espada justo al lado mía -¿Que puedo hacer contigo? pensé en voz alta. Me levante nuevamente, cogí la espada y me acerque lentamente al tipo de negro que me miraba, supongo que pensando si yo tambien tenía extraños poderes. Me apunto con la pistola. -No te esfuerces, a mi tampoco me harás nada con eso.- le dije, y mientras pensaba le corte la mano con la que sujetaba la pistola, con un chillido de dolor se puso de rodillas y con su otra mano empezó a presionar el muñon sangrante. -En realidad si me podrías haber echo algo con tu pistola, solo era una mentira.- dije antes de cortarle el cuello.

Dejando el sangrante cuerpo atrás me adentre por el hueco que había echo Erix.

Una vez dentro de la casa empecé a abrir con cuidado las puertas tras las que se habían escondido los que allí dentro estaban, lo hacía despacio porque así le daba más intriga a la cosa ya que eso para mí era un juego más. -Shualalala ¿haay alguieen por aquí?- Pregunte mientras reía y sacaba la lengua. Deje media puerta abierta y entonces asomé lentamente la cabeza. -Shualala os encontré.- Dije mirando a un grupo de tres hombres que se habían apiñado en el fondo de la habitación. -¿Por qué haces esto? déjanos y vete- Miré al tipo extrañado, poniendo un gesto de incredulidad en el rostro. -¡Yo no sigo las órdenes de alguien como tú, serás el primero en morir por esa insolencia!- Dije cabreado, con la vena del cuello hinchada. Transformé mi brazo en líquido morado y le lancé un potente chorro con el que le lancé contra la pared. Me acerqué a su cuerpo y lo ahogué de la misma manera en que había ahogado a los tres hombres en el pueblo. Aprovecharon entonces los otros dos para salir corriendo por la puerta. -¿El pilla pilla? que divertido es esto shualala- Me convertí en líquido y fui moviéndome por el suelo como una masa deforme de líquido morada que se arrastraba a gran velocidad. Subí unas escaleras y de nuevo abrí la puerta lentamente y adentro encontré a unas mujeres. -No os haré daño pero...darme vuestras joyas ahora mismo shualal- Saque la lengua y esperé hasta que me hubieron dado sus grandes colgantes y pulseras brillantes. Cuando llené la bolsa con sus collares salí de la habitación y convertí de nuevo en líquido los brazos, girando sobre mí mismo empecé a lanzar chorros de líquido a presión destrozando todas las paredes, barandillas, puertas y demás.

Con la espada en la mano entre en la casa por el agujero que había echo Erix, ya se podía notar los destrozos de Erix, escuche un ruido y me acerque, el ruido provenía de una mesa, levante el mantel y allí había un niño pequeño abrazado a un oso de peluche, llorando y temblando.

-Sal de aquí.- dije y volví a dejar el mantel caer, el niño lo levanto y salió corriendo. Escuche un fuerte ruido que provenía de arriba, debía ser Erix así que subi con calma.

Zeref parecía haber acabado ya con ese tipo del traje negro y enseguida subió a ver que hacía. Había seguido recolectando joyas de las damas que se habían encerrado en la casa. -Shualala ya tenemos un buen botín. Será mejor que nos vayamos ya al mar.- Le dije a Zeref mientras empezaba a bajar por las escaleras, con la intención de abandonar esa mansión que había quedado muy dañada por dentro y con algunos cadáveres. Miré a Zeref y luego sonreí, era un nakama muy hábil. Caminé por el camino por el que habíamos venido, y antes de bajar a la playa entré a uno de los bares que había quedado abandonado cuando todos habían echado a correr.

-Será mejor coger bien de comida y ron, no quiero tener que parar en otra isla asquerosa como esta.- Cogí un montón de pan y frutas distintas y las guardé con las joyas, también me llevé unas cuantas botellas debajo de los brazos e incluso una sujeta con los dientes. -Shualalala vayámonos ya de aquí, estoy ansioso por ver si en los periódicos de esta semana salimos en algún lado.- Camine hacia la barca en la que había venido y dejé en ella todas las joyas y la comida y bebida. -¡¡Partimos yaa!!-

OFF: Seguimos en el foro del mar, donde se hacen los viajes vaya