Soul Pirates en el Grand Line

Al fin había pasado la locura, la barca, estaba hecha añicos, pero al menos había aguantado como una jabata esa subida tan peligrosa, en la que nos habíamos chocado ni se las veces contra las piedras que sobresalían, pero por fin estábamos en el Grand Line. Las aguas por el momento se mostraban calmadas, pero estaba claro que de un momento a otro podía ponerse a llover, el mar se embravecería, o puede que tal vez nevase y helase, todo dependía de a que tipo de isla viajases, podríamos viajar a cuatro tipos de islas distintas, las islas de invierno, con clima frío y nieve, las islas de primavera, con buena temperatura y vegetación abundante, las islas de otoño, con precipitaciones y temperaturas más bajas y las islas de verano, donde hacía mucho calor. -Por fin estamos aquí, ahora tenemos que encontrar una isla...- Zeref entonces preguntó hacia dónde poníamos rumbo. -Mira tu Log pose, ¿hacia donde indica?-

Mientras esperaba la respuesta de  Zeref, cogí de nuevo una de las pocas botellas de vino que aún estaban intactas y le pegué un buen trago hasta que el vino se derramó por mis mejillas. Me limpié usando mi brazo y dejé la botella en su sitio, por si Zeref querría cogerla. -Sea donde sea que marque tu Log pose, iremos allí shualalal.-

Off:

Mira mi log pose tal y como Erix me había indicado. -Apunta al Noroeste, no se que isla esta en esa dirección, si tuviésemos un mapa.- dije. Mire el horizonte, aun no se divisaba ninguna isla y ahora que estábamos en el Grand Line podía pasar cualquier cosa.

Me senté y cogí la botella que había al lado, le metí un buen trago y me tumbe como pude en la barca para mirar el cielo.

-Shualalala ojalá tuviésemos un mapa, pero no es el caso así que nos fiaremos de tus habilidades.- Le dije sonriendo mientras las olas nos iban empujando con fuerza hacia alguna remota isla, en la que no se sabía que clase de aventuras o desventuras nos esperarían. Lo que si era seguro es que los marines más poderosos y también los piratas de más renombre vagaban por esos mares con el mismo objetivo, convertirse en rey de los piratas. Por el momento, era algo que a mí no me interesaba en absoluto, mis deseos eran más mundanos. Sonreí y me dejé llevar por las olas subido en aquella barcaza que estaba a punto de hacerse pedazos.