Erix y Alucard [rol en pasado]

Parecía que Alucard lo llevaba sabiendo bastante tiempo. Las criaturas nos estaban acechando, cada vez acercándose más y más, hasta que disparaba y se volvían a alejar, pero al poco regresaban de nuevo. Tenía miedo pues no sabía qué hacer en caso de que nos atacasen. -Alucard-san, ¿por qué no les disparas a ellos?- le pregunté tiritando de miedo, esperando que su próximo disparo acabase con alguna de esas bestias.

Llevábamos un buen rato andando cuando Erix me dijo que por que no mataba a algún animal de los que nos acechaban.-Simplemente por que viendo que son tan grandes y hay varios se pueden asustar o cabrear y serían mas peligrosos que estando así calmados, aún así ten cuidado pues dentro de nada algún que otro animal saltará para probarnos, así que estate atento- le dije mientras me giraba por la derecha metiéndome en un bosque mas frondoso para que fuese más difícil que nos atacase, pero poco después me dí cuenta que sería mas difícil para Erix intentar defenderse por lo que volví por el mismo camino y seguí caminando con todos los sentidos puestos a los animales.

Las palabras de Alucard no eran para nada tranquilizadoras. Si no los mataba ellos nos atacarían, y si lo hacían tenía pocas posibilidades de salir ileso de allí. -Bah, seguro que Alucard-san puede con todas esas bestias.- Pensé mientras me ponía a caminar más rápido para seguir a mi amigo, restándole importancia al tema de las bestias.

Ibamos caminando tranquilamente sin sonido, demasiado silencioso, pero de repente escuché como un animal por lo que que me giré-¡Cuidado!-le dije a Erix mientras la cogí de los hombros y con mi capa transformada en dos alas salíamos volando al cielo para esquivar a la bestia que por poco acaba con Erix. Dese arriba vimos como las bestias aullaban y se peleaban pensando que todavía estábamos allí abajo.

Sin apenas enterarme de nada, de un segundo para otro estábamos Alucard y yo volando de nuevo, como cuando me había salvado de las olas. Al parecer las bestias ya no iban a esperar más y se habían lanzado a por mí como fieras, por lo que Alucard tuvo que intervenir. -Gracias Alucard-san.- Fue lo único que se me ocurrió cuando estábamos en el aire, aún tenía el corazón en un puño.

Erix me dio las gracias pero no le presté atención, pues estaba atento para ver quién de las bestias era la mas fuerte, pues si la mataba podríamos viajar en tranquilidad, y aunque podía matar a todas las bestias de allí , yo no poseía derecho a quitarle la vida.
Al rato ocurrió lo que yo pensaba y una bestia se impuso a los demás por lo que le dije a Erix que se enganchase a mis espaldas, saqué mi rifle y le disparé al cuello. Los otros animales al ver caer a su dominante por nosotros se asustaron y no nos molestaron mas en un rato.

Sin mediar palabra Alucard sacó su arma y después de esperar un rato disparó a una de las bestias, la que había dominado a las demás. Al ver caer a la bestia dominante, las demás, sumisas retrocedieron en las sombras, ocultándose de nuevo entre las ramas. -Seguro que ya no nos molestarán.- Dije con una voz más calmada, aunque aún estaba agarrado a Alucard con mucha fuerza por el miedo.

Durante el resto de la noche, salvo algún que otro percance, no pasó nada. Llegamos al pueblo cuando todavía quedaría una hora de noche por lo que fuimos a ver si su hermano estaba en la orilla esperándole muerto, pero por suerte para Erix no estaba, por lo que nos dirigimos hacia su casa, donde a estas horas todavía estaban las luces encendidas y se oían gritos tales como que por que no lo seguían buscando...

Cuando llegamos, Alucard mostró su lado más solidario y me llevó a la orilla para ver si allí estaba mi hermano, para alivio mío, no estaba allí. Sabía que él era un buen nadador y que habría llegado a la orilla sano y salvo. Entonces fuimos a mi casa, donde se escuchaban algunos ruidos de por qué no me seguían buscando, parecía la típica charla desesperada que mantienen unos padres con la policía. Entonces, no pude más y rompí a llorar mientras entraba en casa abriendo la puerta de golpe. -¡¡Estoy aquí MAMÁ!!-

Si pensárselo dos veces Erix entró a la casa llorando y gritando que ya estaba en casa. Como era de esperar la familia lo acogió con abrazos, sollozos y preguntas mientras los marines se preguntaban como podía seguir estando vivo. Aprovechando la situación, me camuflé entre las sombras y silenciosamente me fui por donde vine para seguir entrenando...

Cuando la revuelta de mi llegada a casa se hubo calmado un poco, limpié mis lágrimas y entonces apareció mi hermano y me dio un golpe en la cabeza, pero luego me abrazó y me dijo que me había echado de menos. De pronto me acordé de Alucard, por lo que salí corriendo a la calle de nuevo, pero tan solo había oscuridad, la oscuridad de la noche y mucho silencio. Aunque no pudiese oírme yo dije: -Alucard-San...muchas gracias.-